jueves, 8 de octubre de 2009

EL INCREIBLE CASTILLO DE CORAL

El increíble y misterioso constructor Eduard Leedskalnin,

o simplemente "Ed".

Imagen del Salón del Trono en el Castillo de Coral coronado con figura de la medialuna, flanqueado por Marte y Saturno.

Entre 1920 a 1940, un hombre, que apenas medía metro y medio, talló 1.100 toneladas de piedra, solo, sin equipos especiales. Así, el letón Eduard Leedskalnin construyó, en Florida, una increíble y misteriosa obra que él llamó el Parque del Portón de Roca pero que hoy es más conocida como El castillo de Coral. Se desconoce cómo Ed pudo construir esta obra que parece un regreso a la culturas antiguas dentro de Este Mundo.

La extraña obra de Leedskalnin, efectivamente, está impregnada de fuertes evocaciones de las construcciones prehistóricas de piedra: dólmenes y menhires. Ed investigaba con fruición textos sobre fuerzas magnéticas y sobre las antiguas ciencias de los constructores de megalitos. La obra solar de Ed es uno de los enigmas más fascinantes del mundo contemporáneo. La señal de cómo un hombre solitario y genial es capaz de demoler la noción de lo imposible y erigir un monumento aún muy poco apreciado y comprendido.

Para acercarnos a esta singular obra le presentamos en Temakel un apasionante artículo de Manuel Figueroa con algunas fotografías del maravilloso universo de piedra del muy singularEduard Leedskalnin.


EL INCREIBLE CASTILLO DE CORAL


El hueco que Ed cavó en el portón para pasar el eje, sin herramientas eléctricas, hoy sólo se podría hacer con un taladro de alta velocidad controlado por láser.

Como en todo castillo, Ed dispuso un salón del trono, con rocas que pesan un total de 2300 kilos. El 21 de junio, el día del solsticio de verano, el sol sale directamente frente al trono de Ed.


Salón del Trono

Ray N. Stoner, estudioso norteamericano de la ultraciencia, ha encontrado características matemáticas comunes entre el Castillo de Coral y tres monumentos de la antigüedad: la gran pirámide de Gizeh, en Egipto; el monumento megalítico de Stonehenge, en el sur de Inglaterra, y la pirámide de Teotihuacán, en México.

El observador informado encuentra inmediatamente la similitud entre los dólmenes de Stonehenge, por ejemplo, y ciertas piezas fabricadas por Ed en su mansión, como la mesa tallada según la forma y la proporción del estado de la Florida, de seis metros de largo, y la mesa en forma de corazón, con un arbusto Ixora plantado en el centro, que todavía vive. La disposición de estas piezas es similar a la de los monumentos megalíticos de la antigüedad.

En su estudio del Castillo de Coral, Stoner establece una constante de conversión de medidas internas y externas del castillo, 1,059, que es idéntica a la constante de conversión de la pirámide de Teotihuacán. Según Peter Tompkins, en su libro "Misterios de las Pirámides Mexicanas", la constante 1,059 controla las frecuencias del sonido y las de la luz.

Para Stoner es evidente que Ed Leedskalnin dominaba las antiguas ciencias de los constructores de megalitos. El propio Ed aseguraba que conocía la técnica de la erección de pirámides. Stoner considera además el reloj de sol en el castillo, que marca el tiempo perpetuamente, la relación de dos a uno entre el peso promedio de los bloques del Castillo de Coral y el de los bloques de la gran pirámide, el telescopio enfocado hacia la Estrella Polar y las representaciones de la Luna, Marte y Saturno para concluir que el castillo de Ed tiene un significado astronómico y que se utilizó con ese fin.

Asomados al Enigma. ¿Qué misterio encerraba la vida de Ed Leedskalnin? ¿Dónde aprendió el arte que le permitió realizar una hazaña de ingeniería que todavía nadie ha sido capaz de explicar ni de igualar? ¿Cómo pudo manipular solo las formidables rocas?


El Portón

El último megalito, el Castillo de Coral levantado en el sur de la Florida, causa todavía mayor asombro cuando se observa que las realidades matemáticas de las estructuras megalíticas más antiguas se han descubierto sólo muy recientemente. No fue hasta 1963 que el astrónomo británico Gerald Hawkins concluyó que los círculos de Stonehenge no eran más que un gigantesco instrumento para estudiar los cielos. ¿Cómo fue posible entonces que Ed Leedskalnin, muerto una década antes, utilizara el conocimiento encerrado durante milenios en los dólmenes del sur de Inglaterra?

Como afirma Stoner, pocos visitantes del Castillo de Coral toman en serio lo que ven. Se les cuenta la conmovedora historia de un letón que llegó a los Estados Unidos con una frustración amorosa a cuestas y una escasa preparación y que construyó un hogar maravilloso para la mujer que amaba, por si esa mujer cambiaba de opinión y acudía a su lado. Es cierto que varios elementos del castillo, un dormitorio de roca, con cuna incluida, el salón del trono, un área de juego, son visible testimonio de la creación de un ambiente familiar, pero ¿qué razón tienen entonces el telescopio dirigido a la Estrella Polar, el reloj de sol, las 25 sillas de roca que pesan una tonelada cada una y sin embargo se pueden mecer con un ligero esfuerzo?

...Ed, por su parte, realizó experimentos sobre las fuerzas magnéticas y llegó a la conclusión de que la base de la vida está en los polos magnéticos que llamaba Norte y Sur y que se encontraban presentes en toda forma mineral, vegetal y animal. Creía que las fuerzas magnéticas internas del cuerpo humano movían los músculos.

Sea cual fuera la causa que movió al inmigrante letón a afrontar un desafío de ingeniería, todo indica que el antiguo y todavía desconocido arte de erigir dólmenes perduró a lo largo de la historia hasta nuestro siglo. ¿Quíen fue en realidad Ed Leedskalnin? No lo sabemos. Pero para una humanidad todavía asomada al misterio de los enigmas que la rodean, la cercanía en el tiempo de la construcción del último megalito, el Castillo de Coral, aún casi intacto, apenas tocado por la erosión, quizá ofrezca la oportunidad de desentrañar por fin el secreto de una antiquísima ciencia, paralela a la convencional, pero palpable, que en demasiadas ocasiones se ha confundido con la magia. Ese tal vez sea el más valioso legado que nos dejó Ed Leedskalnin en un inesperado rincón de la Florida.

Ed al frente de su enigmática y, tal vez, no suficientemente apreciada obra

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